Es probable que en algún momento te toque gestionar un alquiler precario. Si estás leyendo esto, es posible que ese momento haya llegado o que quieras prepararte para gestionarlo como es debido. Hoy te contamos cómo gestionarlo con éxito.
No todos los alquileres son iguales, pero todos requieren de una buena gestión. Sobre todo, los considerados como alquileres precarios.
De salida, tiene un nombre que no pasa en absoluto desapercibido, lo que puede llevar a la confusión. Porque lo cierto es que un alquiler precario no se refiere a un alquiler barato, sino que es un alquiler gratuito.
Un alquiler precario es la situación de alquiler de una propiedad en la que no se ha establecido un contrato formal. Es decir, no hay ningún contrato de por medio.
En un alquiler precario, el inquilino ocupa la propiedad sin una base contractual sólida o con un acuerdo verbal, sin pagar nada. Digamos que, la propiedad es cedida en cuanto a uso y disfrute a otra persona, sin tener que abonar ninguna renta.
Esta situación, con el paso del tiempo, puede ser incómoda tanto para el inquilino como para el propietario. También puede que no suceda nada y que todo vaya maravillosamente bien.
El problema es que en un alquiler precario no existe una estructura legal o contractual para regular los derechos y las responsabilidades de ambas partes. Por lo que, todo está en el aire.
Normalmente, se negocia. Si la vivienda se cede de forma voluntaria durante un tiempo, puede que el propietario le diga a la persona que va a vivir que debe hacer frente a los gastos como luz, agua o gas, entre otros. Digamos que, es lo justo y es de sentido común, por lo que no suele haber problema alguno.
Por lo general, los arrendamientos o alquileres precarios se llevan a cabo en un contexto familiar. En la mayor parte de los casos, los propietarios lo conceden a sus nietos, hijos o amistades.
Aunque es poco frecuente, también puede que el arrendador le deje la vivienda a un completo extraño, sea por la extinción de un contrato que no fue renovado o por otro motivo, aunque no es lo habitual. Suele haber un grado de consanguinidad.
Gestionar un alquiler precario puede ser un desafío, ya que implica lidiar con situaciones que pueden resultar incómodas para las partes.
Si ves que tienes un alquiler precario y lo estás pasando mal, siempre puedes buscar asesoramiento legal. Un experto siempre podrá ayudarte a lidiar con tus dudas y problemas si estás en esta situación.
En cualquier caso, te recomendamos mantener un buen registro de todas las comunicaciones con el inquilino. Esto incluye correos electrónicos, mensajes de texto, fotos, etc. Todo lo que tengas a mano.
Si la situación no mejora y se vuelve insostenible, da un paso al frente y habla con el arrendatario precarista, para ofrecerle que se vaya. Si le has dejado el uso y disfrute de tu vivienda un tiempo, es porque esa persona es de fiar, por lo que es posible que no tenga ningún problema en irse si se lo pides.
Una vez hayas resuelto la situación con el inquilino precario, siempre puedes buscar inquilinos de verdad, con los que fijar un contrato y una renta a cambio.
No obstante, a pesar de todo lo comentado en la guía, recuerda que la comunicación abierta siempre te ayuda a que las cosas vayan mejor. ¿Te ha quedado alguna duda? ¡No dudes en preguntarnos!