Diferencias entre contrato de alquiler temporal y de larga duración

A la hora de realizar un contrato de alquiler, verás que existen distintas opciones, como el temporal y el de larga duración. Realmente, no son lo mismo y persiguen finalidades distintas. A continuación analizamos las diferencias entre contrato de alquiler temporal y de larga duración. ¿Qué elegir y por qué?

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A la hora de realizar un contrato de alquiler, verás que existen distintas opciones, como el temporal y el de larga duración. Realmente, no son lo mismo y persiguen finalidades distintas. A continuación analizamos las diferencias entre contrato de alquiler temporal y de larga duración. ¿Qué elegir y por qué?

Contrato de alquiler temporal y de larga duración: diferencias

El contrato de alquiler temporal y de larga duración son tipos de contratos de alquiler diferentes, enfocados a tipos de inquilinos distintos.

Actualmente, el arrendamiento de viviendas en España puede formalizarse mediante distintos tipos de contratos. La Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU) regula dos modalidades principales: el alquiler de larga duración o alquiler de vivienda habitual, y el alquiler temporal o de temporada. 

Aunque ambos tipos de contratos implican la cesión de un inmueble a cambio de una renta, presentan diferencias en cuanto a su finalidad, duración, regulación legal, derechos y obligaciones de las partes, así como en la fiscalidad aplicable. 

Finalidad del alquiler

La principal diferencia entre el contrato de alquiler de larga duración y el contrato temporal, tiene que ver con la finalidad del arrendamiento. 

  • El alquiler de larga duración está pensado para ser la vivienda habitual al inquilino, es decir, la casa en la que va a establecer su residencia principal. Lo habitual es que tenga una duración considerable, de uno a varios años.
  • El contrato de alquiler temporal suele estar enfocado a una necesidad temporal que tiene el inquilino, ya sea por motivos laborales, académicos, vacaciones, etc. No tiene intención de que sea su residencia habitual. Ya t contamos cómo gestionar un alquiler por meses.

Duración

En cuanto a la duración, el contrato de alquiler de larga duración está regulado por la LAU. Establece que, si el arrendatario es una persona física, tendrá derecho a disfrutar de un contrato de al menos 1 año con prórrogas obligatorias hasta alcanzar un mínimo de 5 años (o siete si el arrendador es una persona jurídica). 

Una vez transcurrido este periodo, si ninguna de las partes se opone a no renovar el contrato, entonces se prorrogará anualmente hasta un máximo de 3 años adicionales

Sin embargo, las cosas son diferentes en el contrato de alquiler temporal. Como bien indica su nombre, tiene una duración determinada pactada por las partes. Puede ser de unos meses o incluso más de un año, pero siempre debe existir un motivo que explique su temporalidad, ya que no es un arrendamiento de vivienda habitual. 

Regulación

Otra diferencia a destacar entre el contrato de alquiler temporal y el de larga duración, es la regulación de cada contrato. 

El alquiler de larga duración le ofrece estabilidad y derechos al inquilino, frente al propietario. Mientras que el alquiler temporal tiene menos exigencias en cuanto a prórrogas y garantías, ya que su duración y finalización dependen del acuerdo alcanzado entre las partes. 

Derechos y obligaciones

En lo que respecta a los derechos y obligaciones de las partes, en un contrato de larga duración el inquilino tiene derecho a tener la la vivienda durante el periodo mínimo estipulado en el contrato, así como a prorrogarlo dentro de los límites legales. También suele ser el responsable del pago de suministros.

Sin embargo, en el caso del alquiler temporal, el propietario suele incluir los gastos de los suministros en la renta mensual. 

Fiscalidad

Desde el punto de vista fiscal, cada tipo de alquiler se grava de manera distinta. Los contratos de larga duración destinados a vivienda habitual permiten al arrendador beneficiarse de una reducción del 60 % en el rendimiento neto del alquiler en la declaración del IRPF, siempre que el inquilino utilice el inmueble como su residencia principal. 

En cambio, los alquileres temporales no disfrutan de esta importante ventaja fiscal, ya que se consideran arrendamientos distintos a los de vivienda habitual. En algunos casos, si el alquiler es por temporadas muy cortas y con servicios adicionales, puede considerarse una actividad económica sujeta a IVA en lugar de IRPF. 

Seguridad jurídica

Por otro lado, en términos de seguridad jurídica, los contratos de larga duración ofrecen más protección al inquilino. Por lo general, garantizan estabilidad en su vivienda y limitan las condiciones en las que el propietario puede rescindir el contrato. Normalmente, salvo causas de fuerza mayor, como que el propietario necesite la vivienda para vivir él mismo. 

En el caso del alquiler temporal, el inquilino tiene menos garantías y tendrá que abandonar el inmueble en la fecha establecida sin opción de ampliar el contrato por su cuenta. Salvo que se hable entre las partes y se firme un nuevo contrato con nuevas condiciones. 

Dos tipos de contrato enfocados a distintos perfiles de inquilino

Principalmente, la diferencia clave entre el alquiler de larga duración y el alquiler temporal tiene que ver con la finalidad del alquiler. Mientras que el primero está pensado para ser una residencia habitual, el segundo es para algo transitorio.

Ambas opciones pueden ser interesantes para cada una de las partes. Si tienes dudas, puedes comparar la rentabilidad entre el alquiler temporal o de larga duración.

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